YOGA SEGÚN QUIÉN SEAS Y COMO SEAS
Muchas personas se sorprenden al enterarse de que practico y estudio yoga desde hace más de 14 años. Esta sorpresa surge porque la “etiqueta mental” que tienen acerca del yoga no se corresponde con lo que perciben en mí, y sinceramente, tampoco coincidía con la idea que yo misma tenía.
Al echar un rápido vistazo al yoga, solemos asociarlo con la calma, la flexibilidad, la suavidad, la ternura, la dulzura… y yo soy también mucho de lo contrario: fuerza, energía, motivación, impulso e impaciencia… A menudo creemos que sabemos algo sobre el yoga, o cualquier otro tema, cuando ni siquiera lo hemos probado. Creemos que sabemos de ello al aferrarnos a unas ideas preconcebidas que consideramos válidas sin haberlas experimentado realmente. Es difícil enfrentarnos a algo como si fuésemos una página en blanco, dispuestos a simplemente observar, experimentar y recibir.
No practicamos yoga porque seamos flexibles o estemos en un estado de consciencia plena; sino que somos flexibles, tranquilos y serenos gracias a que practicamos yoga. Cuanto más nervioso o nerviosa seas, menos flexibilidad tengas o cuanto menos tiempo dispongas: más yoga necesitas. Y es que además, al igual que en la música, en el yoga encontramos diversos estilos y modos de practicar siendo así una práctica adaptable a casi cualquier circunstancia y condición.