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RESPIRAR Y CONECTAR

La respiración es un acto tan automático que no necesita ningún esfuerzo o atención por nuestra parte, como pestañear… Y así pasamos la vida: inhalando y exhalando sin darnos cuenta de ello.

Nuestro cuerpo físico nos permite relacionarnos con el entorno y la mente nos facilita procesar la información que recibimos de éste. Con mucha frecuencia, mente y cuerpo van por lados diferentes, casi opuestos, una mente estresada o un cuerpo cansado pueden condicionar el cómo nos enfrentamos al mundo.

“Párate y respira”, una frase que a todos nos suena y que no solemos aplicar demasiado. Y es que, a través de la respiración vamos a conseguir que mente y cuerpo recuerden que son sólo uno, que están conectados y unidos, que de poco sirve un cuerpo fuerte si la mente está embotada igual que de poco serviría una mente hiperestimulada en un cuerpo cansado o lesionado.

 

Sólo durante un instante, mientras lees este texto, inspira profundamente y observa cómo se mueve el cuerpo al entrar el aire en él, suelta el aire y observa cómo te vacías completamente. ¿Sientes algún cambio a nivel mental?, ¿menos prisa quizá?, ¿más sensación de presencia?.

 

Hace unos años, durante una meditación en Tailandia, propuse que inspirásemos como si fuese la primera vez que lo hacíamos en la vida, siendo conscientes del gesto tan significativo que supone. Al final de la clase, una de las personas que practicaba se acercó a mí para contarme como los ojos se le habían llenado de lágrimas al imaginar que era la primera vez que inspiraba en su vida y como esta sensación le había anclado al presente de manera profunda. 


Y es que en ocasiones puede parecer que el cuerpo va por un lado, la mente por otro y las emociones por un tercero. Al respirar conscientemente, podemos comprender como estas tres partes son tan sólo tres aspectos de un solo ser que está aquí y ahora.