La vida ha sido mi mayor maestra. Desde muy joven, combiné proyectos educativos en zonas rurales de África con mis estudios en Pedagogía. Durante muchos años viví guiada por la curiosidad y el deseo profundo de estar presente, de disfrutar la vida en movimiento.

Hasta que una caída en la montaña me obligó a parar. Incapaz de realizar muchas de las tareas cotidianas por mí misma, le di espacio a otra de mis pasiones: el estudio. Así fue como comencé a investigar, desde el ámbito académico, los efectos del yoga sobre la salud mental: la gestión del dolor, su vínculo con las emociones y con la forma en que percibimos la realidad.

Movimiento y quietud. Cuerpo y mente. De ahí nace todo lo que hoy comparto.